jueves, 10 de mayo de 2012

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Esa canción. A veces una necesidad de escucharla me quema en la garganta. Otras veces he olvidado que existe. Pero es esas veces que la garganta me quema, cuando salgo con los recuerdos también en llamas. La sensación cálida que me inunda al principio llega al estomago y lo manipula a su antojo, hasta que lo anuda. La piel se retuerce también a su paso, poniéndose de gallina. Siempre que escucho esa canción me siento fuera de mi.Y no metafóricamente. Me convierto en una desconocida. Finjo una época que jamás viví por el mero hecho de que me hubiera gustado vivirla, y la usurpo y modifico a mi antojo. Me miento. Y me llevo mintiendo tanto tiempo cada vez que la escucho, que ahora me parece un recuerdo real. Es un recuerdo agrio, porque yo lo quise así. Tal vez agrio porque se acabó. O tal vez agrio porque nunca fue mio. 

Un vacío me revuelve el alma. Todo se vuelve gris, y las agujas dejan de hacer 'tic tac'. Siento ganas de gritar, pero no estoy segura de por qué. De por qué el tiempo se para al escuchar esa canción. No sé si es la consciencia, que le grita a la cordura en busca de equilibrio. No sé si son los recuerdos, que se lamentan. No sé. Sólo sé que todo me da vueltas cuando escucho esa canción. Y que me siento sola. 

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